Es cierto, el amor mueve el mundo.
31 de diciembre de 2012
24 de diciembre de 2012
Mensaje (no necesariamente) de Navidad
No perdamos
nunca la sonrisa ni el buen hacer. Cuidemos lo que tenemos. Disfrutemos de los
pequeños momentos. Luchemos por nuestros intereses. Seamos consecuentes con
nuestros actos. Digamos muchas veces ‘te quiero’. Ayudemos cuando se nos pida. Miremos
al futuro siendo realistas pero con ilusión. Y sobre todo, sigamos tratando de
mejorar.
23 de diciembre de 2012
Lo bueno de 2012
Lo poco bueno que me regaló 2012, por suerte, es persistente. Y además es mi más importante posesión.
Diamante
'Las pequeñas cosas te hacen descubrir un mundo del que de inmediato quieres huir, pero del que rápidamente comprendes que jamás conseguirás escapar. El castigo de las pequeñas cosas es que su recuerdo te revela demasiado sobre ti mismo de un solo golpe.' Villa Diamante (Boris Izaguirre)
Que el amor lo inunde todo
'Somos como un edificio y el hombre dedica al amor una habitación, lo demás es para el bricolaje, para los niños, para los amigos, para el trabajo...La mujer tumba todos los muros y deja que el amor lo inunde todo.' Antonio Gala
Honestamente ya no te quiero
'El coste de la independencia es la libertad, y ésta sólo puede ser total cuando uno es honesto consigo mismo y con las personas a las que ha amado.' Desconocido
9 de diciembre de 2012
Rocas en el camino
'Las expectativas son como rocas escondidas en el camino, para lo único que sirven es para hacerte tropezar.' Desconocido
¡Por fin llegó esa gota que colmó mi vaso particular!
No entiendo porque siempre tenemos que llegar a un límite en
cierto modo ‘extremo’, para decidirnos definitivamente a cambiar las cosas que
nos perturban la vida. Puede que sea cosa de la paciencia (de esa que tan poca
suelo tener y que tanto me sorprende tener con ciertas situaciones o personas).
Pues así es. Por fin ocurrió esa cosa insignificante (ser
domingo) que me hizo tomar decisiones que debería haber tomado hace mucho
tiempo y que no tomé quizá porque confiaba en que Dios, el Karma o el tiempo pusieran
las cosas en su sitio sin tener que hacer absolutamente nada. En realidad, lo único
que estaba haciendo era escurrir el bulto (expresión que me encanta, por
cierto).
Por fin, tras unos días de análisis profundo, unas cuantas
noches sin dormir (que ya suman demasiadas, por cierto) y un derroche de
energía interior decidí deshacerme de esas ‘chinitas’ que llevaba en los
zapatos y que ya me estaban empezando a molestar demasiado.
Me hice una lista mental de ‘pequeñas cosas que joden’ y
pensé seriamente cómo cambiarlas dentro de la cruda realidad y las
posibilidades.
Opté por llevar el teléfono móvil en el bolso, en silencio,
todo el día. Se había convertido en una prolongación de mis dedos. Me creaba
demasiada ansiedad esa ‘necesidad’ de estar continuamente disponible para todo
el que quisiese. Pensándolo fríamente, si alguien quiere buscarme por algo
importante me localizará a cualquier precio y de cualquier modo. Aunque la
pregunta que definitivamente me hizo decidirme a tomar esa tonta decisión fue
la siguiente: ¿Realmente, si yo necesitase algo, la gente estaría igual de
disponible para mí que yo para ellos? No quise detenerme en pensar la
respuesta.
Así hice con muchas más cosas que me creaban ansiedad y
estrés de una forma o de otra. En parte, no hace falta ser un experto doctor
para saber que la ansiedad y el estrés causan problemas de sueño. Y que si no
descansas, no puedes rendir todo lo que esperas. Te conviertes en una especie
de espíritu que va por el mundo haciendo de forma mecánica todo lo que tiene
que hacer al cabo del día.
Lo más importante de todo esto, sin duda es que, al fin y al
cabo, la culpa de mi felicidad o infelicidad es toda mía.
2 de noviembre de 2012
Algunas cosas que la genética me 'regaló'
Mi padre es una persona ‘especial’. Y no me refiero a
‘especial’ en el sentido de deficiente, ni me refiero al sentido más
sentimental que podría tener la palabra. Me refiero estrictamente al sentido
del adjetivo que nos dice la Real Academia de la lengua Española en su primera
acepción. Para que no tengáis que molestaros en buscarlo (sobretodo porque sé
que el 95% de los lectores no lo haríais) os copio y pego:
1. adj. Singular o particular, que se diferencia de lo común o general.
1. adj. Singular o particular, que se diferencia de lo común o general.
Pues bien, tras esta aclaración continuaré con mi historia.
Mi padre tiene un par de ‘dones’ (ya veréis por qué entrecomillo) que siempre
me han llamado la atención especialmente.
El primero de ellos es la intuición (lo que se viene considerando un don). Siempre me admiró esa capacidad que tiene para ‘catalogar’ o ‘captar’ a la gente. Le bastan dos minutos, cinco como mucho para definir una serie de características básicas de las personas y para saber cómo reaccionarían ante ciertas situaciones. Por si os encontráis ojipláticos o releyendo las líneas anteriores con el ceño ligeramente fruncido explicaré un caso brevemente.
Cuando era pequeña (no revelaré qué edad para no dar demasiadas pistas sobre el sujeto al que voy a referirme, solo diré que con ‘pequeña’ estoy en el intervalo de entre los 7 y los 13 años) conocí al sujeto A. Yo estaba maravillada, hablaba mucho en casa de ese sujeto, contaba todo lo que hacíamos juntos, etc. El caso es que, la primera vez que ese sujeto pisó mi casa (para hacer el típico trabajo escolar supongo) y saludó a mis padres, vi que mi padre no ponía especial interés. Al cabo de unos días me confesó que ese sujeto no le gustaba, que era una persona convenenciera y que, en general, no le parecía una persona noble. Pasaron muchos años y mi relación con el sujeto A continuó y se hizo profunda. Pero todos estos años no fueron tan dulces como deberían haber sido. En muchas ocasiones fui viendo detalles muy feos de deslealtad y envidia (entre otras cosas), lo que me hizo dejar de apostar cada vez más por algo verdadero y permitir que mi estupendísima relación con el sujeto A se fuese cada vez más y más lejos (en el sentido de lejanía). Bueno, no tan lejos en realidad, puesto que aún hoy cuando me cruzo con el sujeto A, si es que no se cruza de acera (prometo que no soy peligrosa), me realiza lo que comúnmente algunos llamamos ‘preguntas de ascensor’ y sigue su camino. La verdad es que me resulta incómodo, y no por todo lo que fuimos y ya no somos si no porqué me hace bastante gracia (y me incomoda como ya he dicho) que se ‘interese’ por mi estado actual, lo que a mi me parece, a resumidas cuentas, cotilleo del barato (mi vida no es tan interesante como para interesar verdaderamente). Bueno, que me enrollo, el resumen es que me costó unos 13 años darme cuenta de cómo era esa persona en realidad, cosa que mi padre predijo el día uno (el dos como mucho). De ahí mi fascinación por su intuición, que no sólo fue acertadísima en el caso del sujeto A si no que se ha ido repitiendo con el sujeto B, C, D y E. Se podría decir (en voz bajita porque es muy fuerte) que es infalible.
El primero de ellos es la intuición (lo que se viene considerando un don). Siempre me admiró esa capacidad que tiene para ‘catalogar’ o ‘captar’ a la gente. Le bastan dos minutos, cinco como mucho para definir una serie de características básicas de las personas y para saber cómo reaccionarían ante ciertas situaciones. Por si os encontráis ojipláticos o releyendo las líneas anteriores con el ceño ligeramente fruncido explicaré un caso brevemente.
Cuando era pequeña (no revelaré qué edad para no dar demasiadas pistas sobre el sujeto al que voy a referirme, solo diré que con ‘pequeña’ estoy en el intervalo de entre los 7 y los 13 años) conocí al sujeto A. Yo estaba maravillada, hablaba mucho en casa de ese sujeto, contaba todo lo que hacíamos juntos, etc. El caso es que, la primera vez que ese sujeto pisó mi casa (para hacer el típico trabajo escolar supongo) y saludó a mis padres, vi que mi padre no ponía especial interés. Al cabo de unos días me confesó que ese sujeto no le gustaba, que era una persona convenenciera y que, en general, no le parecía una persona noble. Pasaron muchos años y mi relación con el sujeto A continuó y se hizo profunda. Pero todos estos años no fueron tan dulces como deberían haber sido. En muchas ocasiones fui viendo detalles muy feos de deslealtad y envidia (entre otras cosas), lo que me hizo dejar de apostar cada vez más por algo verdadero y permitir que mi estupendísima relación con el sujeto A se fuese cada vez más y más lejos (en el sentido de lejanía). Bueno, no tan lejos en realidad, puesto que aún hoy cuando me cruzo con el sujeto A, si es que no se cruza de acera (prometo que no soy peligrosa), me realiza lo que comúnmente algunos llamamos ‘preguntas de ascensor’ y sigue su camino. La verdad es que me resulta incómodo, y no por todo lo que fuimos y ya no somos si no porqué me hace bastante gracia (y me incomoda como ya he dicho) que se ‘interese’ por mi estado actual, lo que a mi me parece, a resumidas cuentas, cotilleo del barato (mi vida no es tan interesante como para interesar verdaderamente). Bueno, que me enrollo, el resumen es que me costó unos 13 años darme cuenta de cómo era esa persona en realidad, cosa que mi padre predijo el día uno (el dos como mucho). De ahí mi fascinación por su intuición, que no sólo fue acertadísima en el caso del sujeto A si no que se ha ido repitiendo con el sujeto B, C, D y E. Se podría decir (en voz bajita porque es muy fuerte) que es infalible.
El otro ‘don’ al que me quería referir en este post es el de
hablar teniendo la razón y que nadie le haga caso a tiempo (por supuesto al
final SIEMPRE tiene razón). Ahora entenderéis porque entrecomillaba lo de
‘don’. ¿Realmente eso es un don? Es un poco paradójico aparentemente, pero os
explicaré el porqué de considerarlo así y puede que terminéis pensando igual
que yo.
Mi padre es el típico hombre que, en general, no opina sobre
nada. Me fastidia bastante porque es un hombre muy culto y muy inteligente y sé
que realmente tiene opiniones (y con conocimiento) de todo y para todo. Por
otra parte me alegro de que no dé sus opiniones porque, seguramente, nos
dejaría a todos por los suelos y nos haría reflexionar demasiado sobre algunos
temas. Quizá, en conexión con esto, venga la que yo considero consecuencia: cuando
da una opinión o un consejo nadie le hace caso (por lo menos no desde un principio).
Realmente no sé hasta qué punto esto le puede molestar. Por una parte molesta
(y lo digo por experiencia propia) advertir o dar una opinión certera sobre
algo y que te ignoren. Por otra parte viene el ‘después’, cuando, tras no
seguir tu consejo, algo sale mal o pasa como habías predicho y en seguida la
persona te dice: ‘tenías razón, tendría que haberte hecho caso’. Creo que ese
es el momento en el que te cubres de gloria y te regodeas por dentro. No está
bien, sobretodo porque muchas veces, esos consejos los haces a personas a las
que quieres y sales perjudicado si las cosas no salen bien (por lo menos mi
padre sé que sólo es capaz de dar sus opiniones y consejos a las personas más
cercanas y por extensión a las que más quiere. Lo cual es bastante ‘romántico’
porque es como que se reserva toda su inteligencia e intuición para unos pocos
privilegiados). Y entonces, ¿por qué creo que es un don? Pues sencillamente
porque cuando alguien necesita una opinión certera recurre a ti porque sabe
que, a rasgos generales, no te vas a equivocar. Es un poco paradójico, lo sé,
sobre todo porque lo primero que he dicho es que nadie tiene en cuenta lo que
dice. Debería corregirlo y decir que cuando da una opinión o un consejo sin que
la otra/s persona/s lo pida/n no se le hace caso pero cuando la/s persona/s
va/n directamente a preguntarle se ven recompensadas. Con esta conclusión
tiraré a la basura todos mis razonamientos anteriores pero diré que es
importante que la persona se encuentre receptiva o que quiera aceptar otras
opiniones porque si no, ni la opinión del tipo más sabio del planeta servirá
para algo.
Tras estas divagaciones al respecto de estos dos dones (ya
no entrecomillo) viene la aplicación personal. En referencia a las palabras que
dan título al post, como ya se imaginará, he tenido la gracia divina de heredar
ambos. He de decir que la intuición no la tengo tan afinada como él (¡qué más
quisiera, la de quebraderos de cabeza que me habría ahorrado!), aunque poco a
poco voy apuntando más certeramente. Supongo que la experiencia es un grado y
todos los años vitales que me lleva por delante le hacen partir con ventaja. .
Es cierto que me cuesta tiempo elaborar ese esquema mental que él se elabora en
un minuto (me gusta imaginármelo, ojo que viene el momento friki, como un
ordenador haciendo retrato robot en 3D), podría decirse que tardo a veces
demasiado, aunque quiero pensar que nunca es demasiado. Mi pequeño ordenador
mental de retratos robot se queda colgado en muchas ocasiones… Pero bueno, confío
en el plus de la experiencia y la famosa ‘intuición femenina’.
En cuanto a ‘lo otro’: ¡Soy experta en decir cosas y que nadie me haga ni puñetero caso! Me cachondeo al respecto porque en esta vida no vale la pena malhumorarse por muchas de las cosas por las que nos malhumoramos (a ver si me aplico el cuento). Al fin y al cabo sé que hay un pequeño (pequeño) número de personas que de verdad valoran mi opinión y que tarde o temprano acaban haciendo caso de mis consejos.
En cuanto a ‘lo otro’: ¡Soy experta en decir cosas y que nadie me haga ni puñetero caso! Me cachondeo al respecto porque en esta vida no vale la pena malhumorarse por muchas de las cosas por las que nos malhumoramos (a ver si me aplico el cuento). Al fin y al cabo sé que hay un pequeño (pequeño) número de personas que de verdad valoran mi opinión y que tarde o temprano acaban haciendo caso de mis consejos.
Siempre he considerado (y esto no se lo digáis a nadie) que
parecerme a él en ciertos aspectos era lo peor que me podía pasar. Quizá porque
he ido madurando, me he dado cuenta, de que, después de todo, parecerse tanto y
(tan poco) a él es una auténtica ventaja. Por eso, desde hace unos años intento
comprederle(me) y aprender, aprender muchísimo para ir formando mi propio ‘yo’
extrayendo todo el jugo que puedo de esta persona tan ‘especial’ que tantas
veces me ha hecho llorar, indignarme y odiar la existencia.
Después de todo, ¿que hay de malo en determinar con quién sí, con quién no y cuando uno es o no bienvenido?
Después de todo, ¿que hay de malo en determinar con quién sí, con quién no y cuando uno es o no bienvenido?
30 de octubre de 2012
Aquella vez que decidí no continuar escribiendo por el bien de la humanidad y por no desatar la Tercera Guerra Mundial
No sabría cómo describir ese día. Desde luego no hacía tanto
frío como hoy, aunque creo que tampoco acompañaba el sol.
Todo empezó por el motivo por el que siempre empieza todo para mi (todo lo que escribo), una bomba interna de sentimientos contradictorios.
Mis dedos fluían a una velocidad y con una agilidad metafórica que ni yo misma me creo. Toda la brutalidad interna saliendo por las yemas de mis dedos. Y al final, una sensación tremenda de paz, de sosiego. Me vacié, me vacié por completo. Escupí absolutamente todo lo que tenía dentro que me presionaba el pecho con fuerza.
Y al releerlo una vez (más bien muchas) y quedarme un momento (más bien varios) mirando fijamente a la pantalla, al interior de la pantalla, al fondo blanco entre líneas, decidí (en realidad no fui yo, fue mi propia inteligencia, mi ‘yo’ no había decidido eso) guardarlo.
Guardarlo en un lugar nada secreto, más bien a la vista de cualquiera que indague un poco por mi ordenador.
Lo importante no estuvo en haberlo guardado más o menos a la vista (materialmente hablando), lo importante (incluso diría ‘la hazaña’ por tratarse de mí) residió en meterlo en una cajita imaginaria y tirarlo al mar (imaginario también).
Él ya se está encargando de llevárselo bien lejos. Poco a poco lo veo alejarse, hasta que deje de divisarlo en el horizonte. Espero que se hunda, sinceramente. Que se lo trague el mar para quedarse siempre en la más oscura profundidad oceánica.
Todo empezó por el motivo por el que siempre empieza todo para mi (todo lo que escribo), una bomba interna de sentimientos contradictorios.
Mis dedos fluían a una velocidad y con una agilidad metafórica que ni yo misma me creo. Toda la brutalidad interna saliendo por las yemas de mis dedos. Y al final, una sensación tremenda de paz, de sosiego. Me vacié, me vacié por completo. Escupí absolutamente todo lo que tenía dentro que me presionaba el pecho con fuerza.
Y al releerlo una vez (más bien muchas) y quedarme un momento (más bien varios) mirando fijamente a la pantalla, al interior de la pantalla, al fondo blanco entre líneas, decidí (en realidad no fui yo, fue mi propia inteligencia, mi ‘yo’ no había decidido eso) guardarlo.
Guardarlo en un lugar nada secreto, más bien a la vista de cualquiera que indague un poco por mi ordenador.
Lo importante no estuvo en haberlo guardado más o menos a la vista (materialmente hablando), lo importante (incluso diría ‘la hazaña’ por tratarse de mí) residió en meterlo en una cajita imaginaria y tirarlo al mar (imaginario también).
Él ya se está encargando de llevárselo bien lejos. Poco a poco lo veo alejarse, hasta que deje de divisarlo en el horizonte. Espero que se hunda, sinceramente. Que se lo trague el mar para quedarse siempre en la más oscura profundidad oceánica.
24 de septiembre de 2012
Algo nuevo, algo viejo, algo prestado
Algo nuevo es ese rostro que un buen día se cruzó en mi camino. Algo nuevo son esas conversaciones que empiezan con un '¿cómo lo llevas?' y terminan con un ¿qué haces esta noche?
Algo nuevo son esas historias de contradicción, rabia o deseo que pasean por la mente y que finalizan en un movimiento ágil por parte de la inteligencia y en otro rápido por parte de las piernas.
Algo nuevo es querer ver qué pasará mañana.
Algo viejo son esos sentimientos de desazón, de incomprensión. Algo viejo son los motivos que nos unen y nos separan. Algo viejo es esa lucha interior entre las ganas de quererte y las de odiarte. Algo viejo son los 'porqués' y los 'cuándos'. Algo viejo es rozar tus labios, tocar tu pelo. Algo viejo es seguir queriéndote en realidad.
Algo prestado es lo que me llevó a cierto nivel de paz interior, a pensar en ti y a luchar por mí, por nosotros.
Algo bueno es descubrir que lo nuevo, lo viejo y lo prestado se fusionan para hacerme sentir esa intensidad que me eriza la piel.
Algo nuevo son esas historias de contradicción, rabia o deseo que pasean por la mente y que finalizan en un movimiento ágil por parte de la inteligencia y en otro rápido por parte de las piernas.
Algo nuevo es querer ver qué pasará mañana.
Algo viejo son esos sentimientos de desazón, de incomprensión. Algo viejo son los motivos que nos unen y nos separan. Algo viejo es esa lucha interior entre las ganas de quererte y las de odiarte. Algo viejo son los 'porqués' y los 'cuándos'. Algo viejo es rozar tus labios, tocar tu pelo. Algo viejo es seguir queriéndote en realidad.
Algo prestado es lo que me llevó a cierto nivel de paz interior, a pensar en ti y a luchar por mí, por nosotros.
Algo bueno es descubrir que lo nuevo, lo viejo y lo prestado se fusionan para hacerme sentir esa intensidad que me eriza la piel.
20 de septiembre de 2012
Y, ¿ahora? ¿Qué hago ahora?
¿Será verdad eso que dicen de que el negativismo atrae cosas
negativas? Me lo empecé a preguntar seriamente hace poco.
Nunca me he considerado una persona negativa, al contrario, pocas cosas hacen que me desinfle, pero reconozco que últimamente la vida no me ayuda nada. La no
resolución de las cosas y la incertidumbre me están matando lentamente (y
dolorosamente).
Me planteo por qué nunca nada sale por el camino que lo planeo (con lo cuadriculada que soy yo...). ¿Es posible que tome siempre las decisiones equivocadas y que haya algo ahí que esté continuamente tratando de enmendar mis errores cambiándome las cosas de sitio? Si es así, lo primero, ¡gracias!, y lo segundo, ¡dame un buen collejón!, me lo merezco…
Me planteo por qué nunca nada sale por el camino que lo planeo (con lo cuadriculada que soy yo...). ¿Es posible que tome siempre las decisiones equivocadas y que haya algo ahí que esté continuamente tratando de enmendar mis errores cambiándome las cosas de sitio? Si es así, lo primero, ¡gracias!, y lo segundo, ¡dame un buen collejón!, me lo merezco…
Más de una persona me ha dicho que cuando una
puerta se cierra se te abre una ventana y que, las cosas, a veces pasan de una
forma distinta a la que se esperaba o a la que deseábamos porque, en realidad,
el mundo nos tiene reservado algo mejor.
No sé si estarán en lo cierto, me parece bonito e incluso
romántico pensar que eso sea así. Y si al final todas esas mentes pensantes e
inteligentes que me rodean están en lo
cierto, ¿qué narices me estará deparando el azar o el destino (o quien se
encargue de eso)?
9 de septiembre de 2012
La evolución
Si algo me caracteriza (aunque sea para mal) es mi carácter
fuerte, valga la redundancia.
A lo largo de los
años he sufrido las evoluciones típicas humanas. He de reconocer que la
adolescencia fue difícil. No es que sea una persona que se mete en problemas,
todo lo contrario, puede que me pase de ‘vivir y dejar vivir’, eso sí, cuando
me tocan las bemoles (quiero evitar escribir tacos hasta el último momento),
digamos que me desahogo.
Por eso digo que la adolescencia fue difícil. Todas esas
hormonas, bailando la rumba dentro de mí, la irritabilidad y esos arranques de
ira no me han favorecieron en absoluto. Después de darme cuenta en más de una
ocasión de que la pérdida de papeles resulta bastante más que patética, a
parte, por supuesto, de la pérdida instantánea de la razón (aunque en realidad
la tengas) decidí encaminarme hacia el autocontrol.
No necesité ir al loquero, sin querer menospreciar su
trabajo, reconozco que si algún día necesito ayuda externa la tomaré y pagaré
un buen precio por ella.
Simplemente pensé seriamente en mi propia dignidad en esos momentos (que se iba
muy muy por los subsuelos), en esas cosas que dices y que sabes que en realidad
no piensas y por supuesto en el bien de los muebles de mi casa, y fue entonces
cuando empecé a respirar (lo de contar hasta diez es una gilipollez) y a tratar
de canalizar toda esa ira y esa fuerza de algún modo. Todo ello se convirtió en
lágrimas, ansiedad e incluso taquicardia, pero oye, siempre quedo como una
señora y no digo esas palabras tan horribles que me pasan por la cabeza y que
tan dolientes son. Creo que he hecho un buen trabajo.
No obstante, reconozco que a veces el nivel se pone tan alto
que se me escapan un poco las situaciones y vuelvo a las andadas. Noto como me
va subiendo y me empieza a salir humo por la cabeza.
Pero es que no acabo de entender porque a veces el mundo se
emperra en fastidiar. Pero si yo vivo muy feliz y muy tranquila, ¿por qué me
haces estas cosas? Puede que la culpa no sea del mundo si no de la gente que lo
puebla (y destruye por cierto).
Este año, tras los acontecimientos pasados, decidí que igual
era el momento de volver a ‘evolucionar’ y pasar del autocontrol a la siguiente
fase. Decidí no tomarme las cosas tan a pecho, no dejar influenciar mi estado
de ánimo por esas putadas mundanas y hacer algo que parece funcionarle a la
perfección a muchos: ‘por un oído me entra y por el otro me sale’. En este
caso, yo diría por los oídos y los ojos.
Algunos pensarán que este tipo de cosas dan movimiento e
intrigas a la tediosa rutina que es la vida de normal, pero a mi, sinceramente,
me sobra eternamente. ¡Qué poco interesante soy y qué poco interesante es mi
vida! A mi me gusta así.
Hay un pequeño problema al respecto, y es que, cuando la
mierda (mierda no lo consideraremos un taco) está creada demasiado cerca de ti,
inevitablemente te acabas pringando, y a mí, como la técnica esta última de mi
evolución personal no la he perfeccionado, me sigue costando un poquito que me
de igual pringarme de mierda los pies. Eso sí, sólo los pies, porque, por poco
entrenamiento que tenga no pienso dejar que sobrepase los dedos de los pies.
6 de agosto de 2012
Algo así como la peor blogger del universo
Eso es lo que debo ser. La peor blogger del universo.
No escribo en semanas. No miro otros blogs que me interesan (que de verdad lo hacen).
De vez en cuando descargo en él un montón de sentimientos encontrados, aunque tampoco lo hago demasiado porque sería muy contradictorio para el público.
El tiempo sigue pasando y sigo en mi año interminable de trabajo. Se ve que no me corresponden más que 7 días de vacaciones anuales. Que sí, me los tomaré a finales de este mes, cuando, por fin, apague el portátil, el móvil y hasta el cerebro.
Espero volver con la mente en blanco (en cuanto a marrones se refiere) y desbordada de ideas y cosas nuevas sobre las que escribir.
Entraré en la recta final de la agonía del aprendizaje a marchas forzadas (que ya es hora...).
Y mientras, sigo aquí, peleando diariamente con mis fantasmas, supervisando la batalla entre el amor y el odio, evitando a la decepción y relajando a ése que se hace tantas preguntas todos los días.
También lucho contra mi propio cuerpo débil, pero ése es otro tema que, en realidad, poco importa. Ya sé que condiciona, pero no me importa, de verdad que no.
Quizá aquél día fue horrible y supuso un antes y un después. 'Después', no estoy segura de si hay un después, mi 'después'. Lo hay, lo habrá. Siempre lo hay y se descubrirá después de que todo el entramado que es el mundo, con su complejidad y su gravedad decida hacia dónde inclinarse.
Espero que, al menos, no sea brusco, no quiero que duela (demasiado).
No escribo en semanas. No miro otros blogs que me interesan (que de verdad lo hacen).
De vez en cuando descargo en él un montón de sentimientos encontrados, aunque tampoco lo hago demasiado porque sería muy contradictorio para el público.
El tiempo sigue pasando y sigo en mi año interminable de trabajo. Se ve que no me corresponden más que 7 días de vacaciones anuales. Que sí, me los tomaré a finales de este mes, cuando, por fin, apague el portátil, el móvil y hasta el cerebro.
Espero volver con la mente en blanco (en cuanto a marrones se refiere) y desbordada de ideas y cosas nuevas sobre las que escribir.
Entraré en la recta final de la agonía del aprendizaje a marchas forzadas (que ya es hora...).
Y mientras, sigo aquí, peleando diariamente con mis fantasmas, supervisando la batalla entre el amor y el odio, evitando a la decepción y relajando a ése que se hace tantas preguntas todos los días.
También lucho contra mi propio cuerpo débil, pero ése es otro tema que, en realidad, poco importa. Ya sé que condiciona, pero no me importa, de verdad que no.
Quizá aquél día fue horrible y supuso un antes y un después. 'Después', no estoy segura de si hay un después, mi 'después'. Lo hay, lo habrá. Siempre lo hay y se descubrirá después de que todo el entramado que es el mundo, con su complejidad y su gravedad decida hacia dónde inclinarse.
Espero que, al menos, no sea brusco, no quiero que duela (demasiado).
2 de julio de 2012
Oye
- 'He conocido a alguien especial.'
- 'Pues si es así, quiérela y conviértete en quien ella se merece que seas.'
- 'Pues si es así, quiérela y conviértete en quien ella se merece que seas.'
25 de junio de 2012
Fragmento 5 (el desenlace)
Sólo me queda una cosa por decirte: soy fuerte, no
me apena.
Me decepcionas. Me resultas cobarde, (puede que) incluso misógino. No sabes lo que quieres ni valoras lo que tienes. Anclado en el pasado, vives en letargo. Abre los ojos, olvídalo todo y aprende. Madura.
Que termine lo que nunca empezamos y se pierda lo que nunca tuvimos.
Me decepcionas. Me resultas cobarde, (puede que) incluso misógino. No sabes lo que quieres ni valoras lo que tienes. Anclado en el pasado, vives en letargo. Abre los ojos, olvídalo todo y aprende. Madura.
Que termine lo que nunca empezamos y se pierda lo que nunca tuvimos.
24 de junio de 2012
Evité tus piedras porque no me allanaste el camino
Permites que vaya caminando torpemente, tropezando, subiendo
las cuestas, arañándome los brazos con las zarzas, pasando por encima del lodo,
salpicándome hasta los ojos. Hasta que mis rodillas se resientan, mis piernas
estén cansadas, mis brazos llenos de cortes y me falte el aliento. Será entonces
cuando daré media vuelta, me daré por vencida y cambiaré de camino. Lloraré el
primer tramo por haber sido incapaz y después de caminar un largo rato me daré
cuenta de que, en realidad, me dejé la
piel intentándolo. Seguiré caminando, pensando que evité tus piedras porque no
me allanaste el camino.
21 de junio de 2012
Gira, gira, el mundo no gira
Me siento entre algodones estando en tu cama. Se me hace
inmensa, tan inmensa como el Universo. Me siento envuelta en ella. Aislada de
todo lo que sucede alrededor, en la galaxia paralela en la que el tiempo no
corre, sólo pasa. Pasa porque tiene que pasar.
Aquí nada ni nadie puede tocarme, solo tú. Nada ni nadie puede hacerme daño, solo tú.
Aquí nada ni nadie puede tocarme, solo tú. Nada ni nadie puede hacerme daño, solo tú.
Me deleito con el brillo de tus ojos. En silencio analizo tus movimientos, tus
gestos.
Me siento cómplice del ladrón que me despoja de mi escudo protector.
Sonrío, inocente, como si no supiera cómo es la vida fuera del reino de tus sábanas.
Me duermo. Me despierto. Sigues ahí. Sigues con ese magnetismo
que me une a ti y me impide separarme. Me siento cómplice del ladrón que me despoja de mi escudo protector.
Sonrío, inocente, como si no supiera cómo es la vida fuera del reino de tus sábanas.
19 de junio de 2012
MoNOtema
Me he dado cuenta (¡oh que inteligente eres, nadie se había
dado cuenta todavía!) de que sólo sé hablar (escribir) de sentimientos.
Y me planteo si eso supone un problema incluso para un intento burdo de escritor.
Obviamente también considero la respuesta opuesta. Siempre parece tener más mérito alguien que sepa escribir sobre temas muy diferentes y que en todo caso consiga emocionarte, hacerte reflexionar o simplemente hacerte reír.
La cuestión es que no he escrito en bastante tiempo a parte de porque no he tenido ni un solo minuto de tranquilidad para sentarme cara al ordenador, porque me sabía ‘mal’ aburriros con el mismo sentimentalismo de siempre. Quería cambiar.
Reconozco que me afectó que una persona, de la cual valoraba especialmente su opinión, me dijera que no le interesaba leer sobre amoríos míos.
Punto que aprovecho para irme un poco por los cerros de Úbeda e insistir en que ¡lo que escribo en este blog no es verídico! (no siempre). Hay historias que sí han pasado (aunque estén un poco decoradas), pero hay muchas otras historias que son totalmente salidas de mi imaginación (así son…).
Volviendo a donde estaba, entre unas cosas y otras me propuse que lo próximo que escribiese no iba a ser amoroso/sentimental, y aquí estoy, que ha pasado un tiempo prudencial y no solo no he conseguido escribir nada sino que además me he dado cuenta de que quizá sea incapaz.
En realidad, la conclusión de todo esto deber ser: ‘escribe sobre lo que te dé la gana, pero hazlo bien.’
Si no, ¿que me decís de Pérez Reverte? Claro ejemplo de despotricar o incluso insultar con un estilo, una claridad y una razón, que, de verdad me parece mucho más que admirable.
Y me planteo si eso supone un problema incluso para un intento burdo de escritor.
¿El hecho de que un escritor sea ‘monotema’ significa que es
peor escritor?
La primera respuesta que pienso es que NO. Pienso en autores
como Coelho, Moccia (escritor muy de moda del que he leído varios libros
últimamente y que sinceramente, me gusta tanto como me cansa) o Steel que
aunque no son monotemas (¡por Dios que son grandísimos escritores, no sé ni
como me atrevo a mentarlos!) sí que se mueven (a rasgos generales) por los
mismo caminos. Obviamente también considero la respuesta opuesta. Siempre parece tener más mérito alguien que sepa escribir sobre temas muy diferentes y que en todo caso consiga emocionarte, hacerte reflexionar o simplemente hacerte reír.
La cuestión es que no he escrito en bastante tiempo a parte de porque no he tenido ni un solo minuto de tranquilidad para sentarme cara al ordenador, porque me sabía ‘mal’ aburriros con el mismo sentimentalismo de siempre. Quería cambiar.
Reconozco que me afectó que una persona, de la cual valoraba especialmente su opinión, me dijera que no le interesaba leer sobre amoríos míos.
Punto que aprovecho para irme un poco por los cerros de Úbeda e insistir en que ¡lo que escribo en este blog no es verídico! (no siempre). Hay historias que sí han pasado (aunque estén un poco decoradas), pero hay muchas otras historias que son totalmente salidas de mi imaginación (así son…).
Volviendo a donde estaba, entre unas cosas y otras me propuse que lo próximo que escribiese no iba a ser amoroso/sentimental, y aquí estoy, que ha pasado un tiempo prudencial y no solo no he conseguido escribir nada sino que además me he dado cuenta de que quizá sea incapaz.
En realidad, la conclusión de todo esto deber ser: ‘escribe sobre lo que te dé la gana, pero hazlo bien.’
Si no, ¿que me decís de Pérez Reverte? Claro ejemplo de despotricar o incluso insultar con un estilo, una claridad y una razón, que, de verdad me parece mucho más que admirable.
29 de mayo de 2012
Fragmento 4
Es curioso, tú y yo siempre nos encontramos en la
misma situación en el mismo lugar. Siempre pasa todo y nunca pasa nada.
¿Y al día siguiente? Falso arrepentimiento, falsa conversación, falsas sonrisas. Falso tú y falsa yo. Sólo hay una cosa que no es falsa: que ya me da igual.
¿Y al día siguiente? Falso arrepentimiento, falsa conversación, falsas sonrisas. Falso tú y falsa yo. Sólo hay una cosa que no es falsa: que ya me da igual.
18 de mayo de 2012
Fragmento 3
Todavía dudo de si pasó de verdad o sólo estaba soñando.
Recuerdo mi sonrisa
por la mañana, no podía dormir ni parar de reír pero lo cierto es que estaba
sola y tenía la sensación de que era el fin.
Pretendí cosas tan estúpidas como demostrarte que puede ser de otra forma y que todas las tonterías que había hecho habían sido sólo por ti.
Pretendí cosas tan estúpidas como demostrarte que puede ser de otra forma y que todas las tonterías que había hecho habían sido sólo por ti.
11 de abril de 2012
Fragmento 2
Estrechamos nuestra relación, nuestra complicidad se hizo patente. Nos comunicábamos a diario simplemente para preguntarnos si habíamos descansado bien.
Fue entonces cuando empecé a desear ver tu sonrisa cada mañana y a soñar que abría los ojos y estabas en el lado derecho de mi cama.
Amor prohibido y disimulado con amistad. Camuflado entre sonrisas y miradas ¿inocentes?
10 de abril de 2012
Ser gilipollas, darse cuenta y no poder hacer absolutamente nada por evitarlo.
Eso es lo que me pasa a mí precisamente. Dicen que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pues bien, yo debo de ser especialmente torpe (cosa que algunos sabrán que no es ninguna tontería) porque no hago más que tropezarme una y otra vez en la misma piedra. Creo que ya tengo hasta hematoma crónica. Y lo malo no creo que sea eso (que también), más bien es que veo la piedra, desde lejos, sé que está ahí, y cuando me acerco peligrosamente, trato de hacerle la envolvente y ¡pam!, tropezón y al suelo de morros.
Mordiendo el polvo me digo: eres gilipollas.
Cuando ya me levanto me propongo no volver a tratar de hacer (¡nunca más!) esa especie de 3-14, pero se ve que mi memoria de corto alcance me impide incluso recordarlo cuando vuelvo a pasar por esa zona. Total, que me vuelve a pasar.
En vista de que realmente, no puedo hacer nada por evitarlo, he optado por ponerme un post-it en el espejo en el que me miro cada mañana (debería habérmelo puesto en la frente) que reza ‘cold heart works’ (porque realmente funciona). Con un poco de suerte se me graba a fuego en la mente.
Eso es lo que me pasa a mí precisamente. Dicen que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pues bien, yo debo de ser especialmente torpe (cosa que algunos sabrán que no es ninguna tontería) porque no hago más que tropezarme una y otra vez en la misma piedra. Creo que ya tengo hasta hematoma crónica. Y lo malo no creo que sea eso (que también), más bien es que veo la piedra, desde lejos, sé que está ahí, y cuando me acerco peligrosamente, trato de hacerle la envolvente y ¡pam!, tropezón y al suelo de morros.
Mordiendo el polvo me digo: eres gilipollas.
Cuando ya me levanto me propongo no volver a tratar de hacer (¡nunca más!) esa especie de 3-14, pero se ve que mi memoria de corto alcance me impide incluso recordarlo cuando vuelvo a pasar por esa zona. Total, que me vuelve a pasar.
En vista de que realmente, no puedo hacer nada por evitarlo, he optado por ponerme un post-it en el espejo en el que me miro cada mañana (debería habérmelo puesto en la frente) que reza ‘cold heart works’ (porque realmente funciona). Con un poco de suerte se me graba a fuego en la mente.
9 de abril de 2012
Fragmento 1
Al principio me dijiste que tu y yo ya nos conocíamos de antes. Sí, posiblemente, pero yo no me acordaba de ti.
8 de abril de 2012
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