Aquí nada ni nadie puede tocarme, solo tú. Nada ni nadie puede hacerme daño, solo tú.
Me deleito con el brillo de tus ojos. En silencio analizo tus movimientos, tus
gestos.
Me siento cómplice del ladrón que me despoja de mi escudo protector.
Sonrío, inocente, como si no supiera cómo es la vida fuera del reino de tus sábanas.
Me duermo. Me despierto. Sigues ahí. Sigues con ese magnetismo
que me une a ti y me impide separarme. Me siento cómplice del ladrón que me despoja de mi escudo protector.
Sonrío, inocente, como si no supiera cómo es la vida fuera del reino de tus sábanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Alguna objeción?