Ser gilipollas, darse cuenta y no poder hacer absolutamente nada por evitarlo.
Eso es lo que me pasa a mí precisamente. Dicen que el hombre es el animal que
tropieza dos veces con la misma piedra, pues bien, yo debo de ser especialmente
torpe (cosa que algunos sabrán que no es ninguna tontería) porque no hago más
que tropezarme una y otra vez en la misma piedra. Creo que ya tengo hasta
hematoma crónica. Y lo malo no creo que sea eso (que también), más bien es que
veo la piedra, desde lejos, sé que está ahí, y cuando me acerco peligrosamente,
trato de hacerle la envolvente y ¡pam!, tropezón y al suelo de morros.
Mordiendo el polvo me digo: eres gilipollas.
Cuando ya me levanto me propongo no volver a tratar de hacer (¡nunca más!) esa especie
de 3-14, pero se ve que mi memoria de corto alcance me impide incluso
recordarlo cuando vuelvo a pasar por esa zona. Total, que me vuelve a pasar.
En vista de que realmente, no puedo hacer nada por evitarlo, he optado por
ponerme un post-it en el espejo en el que me miro cada mañana (debería
habérmelo puesto en la frente) que reza ‘cold heart works’ (porque realmente
funciona). Con un poco de suerte se me graba a fuego en la mente.