Es cierto, el amor mueve el mundo.

18 de octubre de 2011

Sólo palabras

Estoy leyendo un libro llamado ‘Come, reza, ama’. Supongo que a muchos os sonará por la película que sacaron el año pasado, película que, por cierto, aún no he visto por aquello de leer primero el libro y después criticar sin ningún tipo de consideración la adaptación cinematográfica. Es una especie de cuaderno de bitácora del año que se pasó la autora viajando por Italia, India e Indonesia tras la ruptura de su perfecto matrimonio. Me está gustando mucho y me siento muy identificada con la mayoría de los sentimientos de la autora en aquellos momentos.
Pero bueno, eso no viene al caso ahora.

Sobre lo que quería hablar es sobre un tema que me ha llamado la atención bastante. En ciertas páginas describe una conversación entre la protagonista y un amigo suyo italiano en la que hablan de algo así como que cada ciudad tiene su ‘palabra que la identifica’. Esta palabra es la que definiría a la mayoría de sus habitantes, es lo que podríamos leer en las mentes de los transeúntes (si pudiésemos leer las mentes) con los que nos cruzásemos por la calle. Así, siempre según ellos, la palabra de Roma sería SEXO, la del Vaticano PODER, la de Nueva York LOGRAR, la de Los Ángeles TRIUNFAR y la de Nápoles LUCHAR.
Dejando aparte si queremos considerar que están en lo cierto o se equivocan en la asignación de palabras, si se guían con conocimiento de causa o por meros estereotipos culturales, la siguiente pregunta que le hace el italiano a la autora es CUÁL ES SU PALABRA.
¡Y he aquí el quid de la cuestión!

Le he estado dando vueltas últimamente al tema.
Lo primero que me asaltó la mente fue: Si me preguntasen, ¿sabría responder a esta pregunta? ¿Qué palabra me definiría?, ¿si alguien me leyese la mente al cruzarse conmigo por la calle qué leería?
AMOR, INDEPENDENCIA, DEPENDENCIA, SEXO, EQUILIBRIO, DESEQUILIBRIO, SOÑAR, CONFORMISMO, INCONFORMISMO, ORGULLO, FELICIDAD, INFELICIDAD…Me vienen a la cabeza muchas palabras. ¿Y cuál es la que más me identifica?
Después empecé a pensar que era imposible definir a una persona (al igual que a una ciudad) con una palabra. La complejidad de las personas es imposible definirla en una sola palabra. Igual que me parece una sandez pensar que hay algo en lo que la mayoría de personas de una ciudad piensa constantemente. Por esa regla de tres, ¿la palabra de Valencia sería PAELLA? Lo dudo, sinceramente. Ni hablemos de si la palabra de una persona fuese SEXO, eso sería un auténtico problema psíquico, ¡que le encierren!
Entonces llegué a la conclusión de que quizá esa palabra no sea única y definitiva para siempre. Quizá esa palabra se ajuste a cada época personal, a cada etapa vital, y vaya cambiando conforme uno madura, se propone nuevos retos, consigue sus objetivos, etc. Entonces no creo que fuese tan enfermizo estar definido por la palabra SEXO en cierta época de la vida.
Bromas aparte, SÍ, esto me va cuadrando ya más. Igual que las personas o las ciudades evolucionan (o involucionan, vaya), las palabras que las definen deben ir cambiando por narices. De esta forma, hubo una época en la que mi palabra fue AMOR, otra en la que fue DEPENDENCIA, otra fue DEPRESIÓN, otra DESILUSIÓN, otra FELICIDAD…

¿Y cuál es mi palabra ahora? Sinceramente, tengo mis dudas. Puede que sea INDEPENDENCIA, EGOISMO O LIVIANDAD. Pero no consigo decidir cuál es la definitiva. Una vez más, y como a mí me gusta decir: no sé cuál es la que me define, pero sí se cual es la que NO me define. Me ahorro el deciros cuáles son las que NO me definen, porque, en caso de que os interesase, ¿para qué queréis saber lo que no soy? Os estoy ahorrando espacio en el disco duro mental.

Esto, a mi entender, abre una brecha para la introspección, para preguntarnos qué tipo de personas somos, y si, siendo sinceros, la palabra que mejor nos define en este momento es potencialmente negativa, replantearnos muchas cosas.
Yo de momento sigo descartando palabras y tratando de decidir cuál es la mía.

2 de octubre de 2011

How can it be?

La comunicación nunca fue lo nuestro.
Yo creo que nuestra pérdida de comunicación se remonta al primer día que empecé a hablar.
Quizá sea porque nuestro tono de voz al decir las cosas es el mismo, porque ponemos la misma energía al decir las cosas, tal vez porque en el fondo somos iguales, o distintos y es porque chocamos.
La mayoría de veces nos comunicamos no verbalmente, sí, eso funciona a la perfección entre nosotros. 
 Y aquél día no podía ser de otra forma.
Aquella mirada y esas cuatro palabras aparentemente sin sentido lógico me hicieron estremecerme por dentro hasta derrumbarme. 


¿Cómo es posible que alguien sea capaz de emocionarte tanto sin tan siquiera decirte nada lógico, tan solo con un gesto con la cabeza y una mirada que solo se fija en ti durante un segundo (o menos)?