Es cierto, el amor mueve el mundo.

15 de mayo de 2009

Arrepentirse de lo que se hace o de lo que no se hace.


Típico dilema.

Para empezar es una especie de pescadilla que se muerde la cola, o como a mí me
gusta decir, un maldito círculo vicioso (sí, con la palabra maldito delante).
Todos los días tenemos que tomar decisiones sobre muchas cosas, desde tonterías como qué marca de leche escoger, hasta cosas más serias (y ahí que cada uno se ponga mentalmente el ejemplo).
Y lo que conlleva tomar decisiones es el arrepentimiento de haber decidido A y no B. Pero tampoco podemos dejar de tomar decisiones, porque entonces, estaríamos parados, y la vida sigue su curso siempre, así es que ¡¡¡¡nunca dejaremos de arrepentirnos por unas o por otras!!!!

Pero volvamos a las dos posibilidades; en primer lugar arrepentirse de lo que se hace. A mí me gusta porque por lo menos te has quitado el ‘gusanillo’ de decir: ¿qué pasará si hago esto? Por otra parte, como de los errores se aprende (o eso dicen), podríamos decir que es educativo (es broma).
Y en segundo lugar, arrepentirnos de lo que no hacemos. Yo diría que esto es peor que lo anterior. En parte porque normalmente tendemos a idealizar un poco las cosas, y posiblemente a imaginarnos que son más de lo que realmente son. No sé si me explico bien.
Por ejemplo, un concierto al que decidimos no ir porque era en otra ciudad y pensamos que quizá más tarde el grupo vendría a nuestra ciudad, pero finalmente al día siguiente en el periódico no solo dicen que ha sido uno de los mejores conciertos en la historia de la banda, sino que además han anunciado que ya no volverán a tocar en nuestro país, NUNCA MÁS.
Bueno obviamente esto es ponernos en un extremo, y pintarlo todo de la forma más negra posible.
Entonces nuestra mente empieza a imaginarse el SUPER CONCIERTO: El cantante dándolo todo, saltando al público, lanzando las baquetas o incluso una guitarra al público, el sonido de miles y miles de vatios poniéndote los pelos de punta, tú saltando entre la multitud, suena tu canción favorita (lloras, obviamente), gritas, y sales del recinto sudando como nunca y más cansado que un perro de tanto saltar, pero con esa estúpida sonrisa en la cara, y diciendo: ¡Oh dios mio, esto es lo mejor de mi vida!
La realidad, aunque el concierto habría sido una pasada, es que, posiblemente, te habrían empujado y pisado mil veces, habrías tenido que pasarte X horas de cola, el sonido no habría sido tan bueno después de todo, y el cantante parecería que vivía en otro mundo (es lo que tiene abusar de las drogas).

Bromas aparte, he tenido experiencias de ambas cosas. Pero sinceramente, si tengo que decir la verdad, (esto va a sonar muy paradójico) estoy bastante ORGULLOSA de poder arrepentirme de algunas cosas que hice. Como aquel amigo al que besé, aquel secreto que oculte tanto tiempo y que tanto daño hizo cuando se supo, aquella noche loca de alcohol y baile…Todas esas cosas que me hicieron derramar lágrimas, tener que aguantar charlas, sentir verdadera vergüenza, perder relaciones, etc, etc, son las cosas que me han hecho ser la persona que soy, madurar, asentar las ideas, descubrir verdaderas amistades, y sobre el tema al que viene toda esta historia: darme cuenta de que realmente no es que nos arrepintamos de lo que hacemos, sino de las repercusiones (malas) de nuestros actos.
Al fin y al cabo, tomar decisiones forma parte de la vida y, hagas lo que hagas, nunca hay vuelta atrás.

1 comentario:

  1. sabes que tienes a tus lectores impacientes??no vas a seguir escribiendo?? porque te recuerdo que me deves una entrada! :)

    ResponderEliminar

¿Alguna objeción?